Ernesto Pastor es una persona inquieta, apasionada y con una mirada única que ha sido capaz que ponen el foco en la belleza de una área considerada un «desierto demográfico». Después de pedalear muchos años en pruebas de ultradistancia de carretera, decidió buscar retos más allá. Es uno de los referentes el bikepacking de este país y es el creador e ideólogo de la mítica «Montañas Vacías», un proyecto con verdadera alma que trasciende el ciclismo. Ernesto nos deja una reflexión profunda e interesante sobre el ansia de mejora, el impulso competitivo y la necesidad de demostrar… Os invitamos a leerla y a disfrutar sus espléndidas fotos.
Ernesto Pastor
Durante una etapa de mi vida, estas eran las métricas en las que todo se centraba: Más velocidad, mayores medias, mejor puesto, menor tiempo, mayor desnivel, mayor distancia, menor descanso, más horas de pedaleo, menor tiempo de sueño, mayor dificultad. Números, números y más números.
En aquella época, todo giraba en torno a la mejora de esas cifras. Eran una forma de expresión, un mensaje de una potencia tremenda. El afán de superación era el motor que movía mi día a día, y que me permitió ganar la confianza necesaria para superar un buen número de problemas de salud que condicionaron mi niñez y juventud.
La bici se convirtió en terapia, en la herramienta que permitía superar mis problemas de salud a base de superar mis límites. Era afán de superación en la versión más pura que jamás sentí.
Sin embargo, llegó un momento en el que ese afán de superación salió de mí, y empecé a mirar hacia afuera sin ser consciente: Ser más rápido que, llegar antes que, hacer más kilómetros que… Ya no se trataba de superarme a mí mismo, necesitaba compararme con otros para llegar a saciar mi percepción de evolución. También sentí que empezaba a hacer cosas no por mí mismo o para mí mismo, sino para demostrar a otros, para cumplir las expectativas de otra gente. Gente a la que probablemente le importara un carajo lo que yo hiciera. Pero eso yo no lo sabía. La pertenencia a un grupo, a un nivel, a un “estatus deportivo” fue una losa que cada vez pesaba más y más.
Y yo seguía, temporada tras temporada, sin enterarme de nada.
En mi caso, cada vez que llegaba a uno de mis límites, era una motivación para seguir aprendiendo y mejorando en diferentes aspectos: métodos de entrenamiento, nutrición, descanso, y llegado un punto, también la psicología. Empecé a documentarme, a leer, a investigar. Al principio desde un punto de vista más deportivo, pero pronto lo amplié a un punto de vista más general, descubriendo incluso la meditación, el yoga o el mindfulness. Y una vez más, la bici fue la herramienta con la que podía practicar todos aquellos nuevos conceptos. Mis retos se convertían en prácticas finales donde testear mis mejoras.
Sin embargo, a lo largo de todo aquel aprendizaje llegué a una conclusión que no esperaba. Todo ese proceso me llevó a descubrir que la pregunta clave no era “qué hacer para seguir mejorando”, sino “por qué necesito mejorar continuamente”. No aprendí a romper mis límites psicológicos, sino que aprendí a cuestionarlos.
¿Por qué necesitaba cada vez retos más largos, más difíciles, más arriesgados? ¿Qué carencia mostraba ese impulso? ¿Qué significaba esa continua necesidad de demostrar, de agradar?
Darme cuenta de ello hizo que cambiara por completo mi punto de vista. Descubres que no necesitas demostrar nada, que no necesitas agradar, sino simplemente hacerlo por ti, por tu propio disfrute, por vivir, por tu salud física y mental. Siempre con la bici como terapia y herramienta.
Pero sin ninguna duda, eso tenía una dificultad enorme: salir de la corriente en la que te encuentras para buscar la tuya propia, rumbo a tu propio horizonte.
En todo este camino he conocido mucha gente que ha seguido un proceso similar, de una u otra forma. Algunos que aún no habían encontrado una explicación a lo que sentían. Otros que aún no habían conseguido encontrar la fortaleza necesaria para salir de la corriente que les arrastraba. Pero por desgracia, también aquellos que desistieron y acabaron odiando esta preciosa herramienta de vida que es la bicicleta.
Ojalá estas palabras sean un punto de reflexión, de duda, o por qué no, de apoyo. En un mundo ultra competitivo, tanto dentro como fuera del deporte, simplemente hablar de estos temas puede ser un paso importante, incluso necesario, que puede aportar algo muy positivo a la vida de los que nos rodean. ¿Hablamos?
@montanasvacias
www.montanasvaacias.com
Ernesto Pastor es una persona inquieta, apasionada y con una mirada única que ha sido capaz que ponen el foco en la belleza de una área considerada un «desierto demográfico». Después de pedalear muchos años en pruebas de ultradistancia de carretera, decidió buscar retos más allá. Es uno de los referentes el bikepacking de este país y es el creador e ideólogo de la mítica «Montañas Vacías», un proyecto con verdadera alma que trasciende el ciclismo.
Ernesto Pastor